domingo, 3 de febrero de 2008

¿Qué papel ha de jugar la familia en la escuela?

Comienza este blog elaborado y alimentado por el Grupo de Trabajo de los orientadores y orientadoras del Campo de Gibratar. Nos gustaría empezar planteándonos el interrogante que preside esta entrada: ¿Qué papel juegan los padres y madres en la escuela? ¿Cuál deben jugar? ¿Qué relaciones se tienen que establecer entre la familia y el profesorado?

Las opiniones de todas las personas, orientadoras o no, que deseen participar del mismo se pueden ir dejando en los comentarios a esta entrada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La familia es considerada como la primera y más importante institución socializadora. No es el único agente socializador, pero sí el más importante ya que es el primer agente, el que sirve de referencia al niño, se da una importante continuidad en dicha acción, además es el referente con mayor potencialidad afectiva en la vida del niño.

La familia como primer ámbito educativo necesita reflexionar sobre sus pautas educativas y tomar conciencia de su papel en la educación de sus hijos e hijas. La realidad actual se le escapa, y esto repercute en la vida del niño y la niña, lo cual conlleva a su vez problemas escolares y familiares que surgen a diario: desinterés, falta de motivación, dependencia, bajo rendimiento, fracaso escolar, violencia, etc., y no se pueden achacar a la sociedad en abstracto, a la familia, a la escuela o al alumnado, de manera independiente, sino que la interacción de todos ellos es la que propicia esta situación.

Son los padres y las madres quienes gozan de una relación de intimidad única que exclusivamente se da en el seno de la familia y que permite todo tipo de interrelaciones personales: de afecto, ayuda, orientación, soporte, etc., que influyen y modifican los comportamientos de todos sus miembros. Suele decirse que en una familia todos educan y son educados.

Son, asimismo, los padres y madres quienes están en mejores condiciones, a causa de su cariño desinteresado, de conseguir el aumento en autonomía de sus hijos e hijas y, por tanto, la madurez: un crecimiento en libertad y responsabilidad que solamente es posible, de manera armónica, cuando la familia soporta las decisiones personales, con su mezcla de aciertos y errores.